segunda-feira, 2 de junho de 2014

Presidente de Corea del Norte, Kim Jong, El Tercer Kim. Documental En Español




Publicado em 09/05/2014
Presidente de Corea del Norte, Kim Jong, El Tercer Kim. Documental En Español

Un corpulento joven de en torno a 28 años --su edad precisa se desconoce- y adiestrado sobre la marcha heredó el liderazgo supremo de Corea del Norte tras la muerte de su padre el 17 de diciembre de 2011. La sucesión prolongó la única dinastía comunista de la historia, que ya va por su tercera generación.

La enfermedad obligó a Kim Jong Il en 2008, 14 años después de tomarle el testigo a su finado progenitor, el Gran Líder Kim Il Sung, a acelerar un plan sucesorio que antes había tenido como candidatos a sus dos hijos mayores, finalmente descartados. Fue el arranque del sorprendente encumbramiento del benjamín Kim Jong Un, quien, partiendo del virtual anonimato, sin un currículum académico coherente y desprovisto de méritos políticos o militares, adquirió el perfil de futuro mandamás de esta dictadura totalitaria saturada de dogmatismo, violadora masiva de los Derechos Humanos, replegada sobre sí misma, económicamente arruinada, obsesionada con los tambores de guerra y, desde 2006, convertida en potencia nuclear para consternación del mundo.

El llamado Querido Líder ungió a su vástago menor en 2009, pero la designación no se hizo explícita hasta el otoño de 2010, cuando le nombró general del Ejército Popular y dispuso que la III Conferencia del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC) le otorgara la vicepresidencia de su Comisión Militar Central (CMC), más un asiento en su Comité Central. Sólo entonces se difundieron las primeras imágenes oficiales del enigmático veinteañero, cuyo físico recordaba poderosamente al de su abuelo, fundador en 1948 de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y Presidente Eterno de la misma, cuyos principios ideológicos son el Juche (autoconfianza) y el Songun (prioridad del Ejército).

El tercer Kim recibió los sobrenombres de Brillante Camarada y Joven General, como parte de una campaña de culto a su personalidad que no hizo más que empezar. Paralelamente, para apuntalar al inexperto delfín, el régimen realizó una arriesgada exhibición de su capacidad militar (segundo test nuclear, lanzamientos de misiles sobre el mar, agresiones navales y artilleras a Corea del Sur) que, tras años de negociaciones de desarme y reconciliación baldías, llevaron la tensión regional a su punto álgido.

La secuencia de reconocimientos y nombramientos registró las promociones decisivas durante los grandiosos funerales de Kim Jong Il y hasta el penúltimo día de diciembre de 2011. El Gran Sucesor fue aclamado como presidente en funciones de la CMC, líder supremo de la RPDC y comandante supremo del Ejército Popular. Pese a las especulaciones iniciales, espoleadas por el hermetismo y la impredecibilidad del régimen, la acusada juventud de Kim y su condición de neófito no fueron óbices para una rápida asunción, acortando drásticamente la aparente etapa de transición, de los puestos cimeros del Partido y el Estado que permanecían vacantes desde el óbito de diciembre y que encarnan el poder unipersonal absoluto.

Así, en abril de 2012 la IV Conferencia del PTC nombró a Kim miembro del Presidium del Politburó del Comité Central, presidente titular de la CMC y primer secretario del PTC, donde el difunto Kim Jong Il pasó a ser el "Secretario General Eterno". A la vez, Kim asumió la presidencia de la Comisión de Defensa Nacional (CDN), es decir, la jefatura del Estado. Y en julio siguiente tomó los galones de mariscal. La apabullante campaña de glorificación de Kim a lo largo de 2012, sus poses guerreras y su estrellato mediático (que incluyó la relajada presentación de su consorte oficial, Ri Sol Ju, coprotagonista de esta inesperada escenografía del glamour a la norcoreana) persiguieron, con la máxima premura, prestigiarlo ante la masa de la población, que sólo ahora empezaba a conocerle, como un dirigente sabio capaz de regir el país con el puño de hierro de sus ascendientes.

En el aire quedaron las iniciales suposiciones sobre la existencia de algún tipo de tutela temporal por una camarilla de altos cargos civiles y militares de confianza, a modo de jefatura colectiva, en la que destacaría la figura de un tío carnal, Jang Sung Taek, posible regente en la sombra para guiar a un sobrino que a diferencia de su divinizado padre, quien asumió el mando de la RPDC con 53 años, no estaba bregado en los entresijos del Estado.

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